Ver
a Denzel Washington haciendo el histrión es apuesta segura, una práctica que
enamora en Hollywood. Por eso no sorprende conocerle como Whip Whitaker,
despertando resacoso y rodeado de botellas de alcohol, junto a una mujer que retoza entre sábanas igual de perjudicada que él. Nada grave. Vamos, nada que un buen
par de rayas de coca no puedan poner en su sitio y dejarlos como nuevos... Pocas
horas después ocurrirá un grave accidente de avión en el que la intervención de
Whip jugará un papel decisivo.
Y
hasta aquí puedo contar sin reventar la historia.
El vuelo se mete de cabeza en dilemas morales y acribilla a preguntas al
espectador: ¿Puede un hombre ser héroe y villano a la vez? ¿Qué precio debemos
pagar por nuestra irresponsabilidad? Por alto que sea, ¿es suficiente? ¿Existen
las segundas oportunidades? En caso de existir, ¿las merecemos? Robert Zemeckis, otrora responsable de la saga Regreso al futuro, Forrest Gump, Contact, Náufrago y un puñado
de cintas de animación, ha salido de su zona de confort para abordar una
historia que, para no "estar basada en", destila verismo y pone los pelos de punta en más de una
ocasión.
Whip
tiene la brújula moral estropeada pero, gracias al carisma de Denzel
Washington, cuenta con nuestra simpatía y su historia mantiene el interés de
principio a fin. También vale la pena destacar la presencia de la ex-adicta Nicole
y el camello Harling Mays, dos influencias opuestas en la vida de Whip que tienen los
rostros de Kelly Reilly y John Goodman (presentado a golpe de "Sympathy for the devil"; facilón pero efectivo). Con gente tan dispuesta al frente, capaz de
cargar con todo, es una lástima que Zemeckis afloje antes de llegar a la meta y
evite llevar el dilema hasta las últimas consecuencias en fondo y sobre todo en
forma. Pasa de un arranque demoledor (y prometedor) a perderse en un final
tirando a descafeinado, un batiburrilo de lugares comunes propio de telefilme
de mediodía.
Tal
vez penséis que ya sabéis de qué va la película e incluso cómo acabará sin
siquiera haberla visto. Probablemente acertéis porque la trama no juega al
despiste ni al giro de tuerca, pues se trata de un drama consistente que solo peca de
cierto efectismo en algún pasaje puntual, en la línea de lo que el antiguo
Zemeckis nos tenía acostumbrados. En cualquier caso, los contras no le llegan a
la suela del zapato a los pros: El vuelo es un esfuerzo común digno
de elogio, un estudio de personaje muy logrado (el adicto y su adicción)
y, por si fuera un poco, un papel a la altura del mejor Denzel Washington.
¡Saludos!
PD:
mil gràcies per la recomanació, Pau!
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